domingo, 21 de julio de 2013
Lo inmediato
Cuando Lucia subió al campanario lo hizo con la convicción de que ese
sería su último acto, avanzó lentamente por la escalera en forma de caracol
como entregando la vida a sus pasos. Llegó hasta arriba y por unos instantes observó
la vista de la ciudad. Estaba atardeciendo, el cielo entintado de cálidos violetas y naranjas. Llevaba una resolución inflexible, ella simplemente
repetía mecánicamente la decisión que ya había sido tomada. Por ello no le
costó trabajo cuando se lanzó al abismo. Se plantó con paso firme en el borde
del campanario y no miró hacia abajo, se aventó con un impulso seguro,
como si solo existiera un eterno vacío. En el aire sintió el vértigo de la
caída, fueron unos cuantos segundos que le regalaron la certeza de una muerte
inexorable que la saludaba con una cruenta sonrisa. Era otra muerte, no la que
esperaba. En ella surcó un miedo que no había previsto y solo pudo llevar sus
brazos al rostro. El cuerpo se impacto secamente contra el piso y su cabeza
restallo en pedazos viscosos; su sangre tibia formó un charco y sirvió de marco
funesto a los viandantes que comenzaron a acercarse.
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